jueves, 7 de agosto de 2008

Introspeccion de un alma atribulada

3 de agosto. 7:27 AM. 2007 Estoy en la U. Ah!! Que rayos me pasa!! No me lo explico. No puedo entablar una conversación decente, no me puedo concentrar, siento que pierdo el tiempo, no hago bien las cosas, me estoy estresando, y poniendo realmente mal. Desesperado, siento que no hago bien nada, necesito... no sé que rayos necesito, sé que si le cuento a alguien me va a decir: ah! Tu siempre!! Y yo no quiero eso, estoy cansado de que me estereotipen, tengo ganas de... no sé, la verdad me estoy hundiendo, y no sé porqué. Necesito explicaciones, odio estar así. Y odio que nadie se dé cuenta. Tal vez será mejor así. Estoy en mi propio mundo, y no necesito de nadie más. Yo puedo encontrar mis propias soluciones. Ya lo hice antes, de hecho, siempre lo hago. Nothing else matters, than good friends. Pero son muy pocos, y ellos no lo toman como yo. Sé que mi enfoque está mal, la gente que me rodea NO me dará la respuesta. Escribir funciona realmente: No me deben importar los demás, no me debe afectar si no me toman en cuenta, o si no demuestran si es que les importo. No quiero pensar que no les importo, aunque en estos momentos sienta eso. Pero eso realmente no me debe de importar, total, yo sé lo que valgo y con eso es suficiente. Ya estoy más tranquilo, solo bastará orar (divino remedio) y con lo que he podido reflexionar bastará para cambiar de actitud.

Romanos

Dime si te resultan familiares las frases siguientes…

- Sé perfectamente que está mal, sin embargo lo hice, no sé porque no pude contenerme.

- Yo no quería hacerlo, pero fue más fuerte que yo y lo hice y ahora me siento muy mal.

- He orado y le he pedido a Dios perdón y que me ayude a no hacer esto de nuevo, sin embargo caigo una y otra vez, no sé que hacer.

- Me duele mucho esto que hago, me siento muy mal delante de Dios, pero siento que no puedo evitarlo, creo que estoy perdido, quisiera morirme.

Todas estas frases, han sido parte de mi vida en algún momento de mi existencia y sé que hoy día muchos hermanos sufren de forma similar.

Y para mi sorpresa el mismísimo apóstol Pablo se sintió alguna vez de la misma manera pues escribió.

“… lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”. Romanos 7:14.

Todos los creyentes en Cristo que de forma genuina amamos a Dios sufrimos en nuestra conciencia y en nuestro corazón cuando sabemos que hemos hecho algo que no le agrada a Dios que además entorpece nuestra comunión con él y por lo tanto debemos entender las causas que nos motivan a cometer tales acciones.

Pablo mismo explicó la causa cuando dijo…

“De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí”. Romanos 7:17.

El problema esencial contra el cual buena parte de la comunidad cristiana se enfrenta, es la presencia del pecado en su corazón, pues no han comprendido verdaderamente el alcance del sacrificio expiatorio de Jesucristo, quien como cordero de Dios, quitó absolutamente todos los pecados de la humanidad (Juan 1:29), es decir que Cristo nos liberó no solo de los pecados del pasado sino inclusive de los pecados futuros y por supuesto que también nos ha liberado de los pecados actuales.

Si el cristiano permite que el pecado permanezca en su corazón, entonces será este pecado el que tome el dominio y le haga cometer pecado delante de Dios.

La reincidencia en el pecado obedece a la terrible confusión de la cual muchos hemos sido presa, pues a veces entendemos al remordimiento como si se tratara del arrepentimiento, el Señor Jesús fue claro cuando dijo.

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. Lucas 5:32.

El remordimiento es la sensación de tristeza, preocupación, angustia o dolor a causa de algo que hicimos mal noten lo que pasó en el siguiente pasaje…

“Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho”. Lucas 23:47, 48.

Aquí la gente no se arrepintió verdaderamente de haber crucificado al Señor, sino que sencillamente se sintieron mal después de haber apreciado el espectáculo que les significó su crucifixión y ante la declaración del centurión quien dijo…

- Verdaderamente este hombre era justo

El arrepentimiento al que hemos sido llamados, precede al remordimiento y además exige, volvernos atrás y dejar de hacer el mal que estábamos haciendo.

Pablo en su angustia exclamó.

“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. Romanos 7:24.

Así que para vencer al pecado que mora en cada uno, primeramente debemos reconocer y aceptar que Jesucristo nos ha limpiado de todo pecado y si no lo sientes así entonces debes pedirle perdón a Dios y aceptar y recibir a Jesucristo como tu único y suficiente salvador.

Enseguida debemos recurrir a la confesión y arrepentimiento de eso que hicimos mal en apego a 1 de Juan 2:1.

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.

Asimismo debemos rendir nuestra debilidad al Señor y pedirle que sea él quien tome la victoria sobre el pecado en nosotros.

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Romanos 8:1, 2.

“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Romanos 8:12-15.

Es importante ejercitar la vida en el Espíritu, orando en todo tiempo (Lucas 21:36), escudriñando la escritura (Juan 5:39), no dejando de congregarnos (Hebreos 10:25), predicando el evangelio de la salvación.

Nunca olvides que…

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13.

Amén.

Dios Te Bendiga.

Decisiones

Esto lo escribí hara unos meses. Reflejo de mi, totalmente.

Decisiones. He esquivado hacer esto desde hace bastante tiempo, pero necesito hacerlo. Hoy me fui a matricular, a rehacer mi vida a continuar con esto que es el estudio. Espero acabar. Quiero acabar. Necesito acabar. Dejé la carrera agobiado por las malas relaciones, las bajas nota, sentir que no era mi ambiente, que no servia para eso, que mejor me dedicaba a "multiplicar mis talentos." Hoy me doy cuenta de lo errado que estaba. Usé lo que me dijo una vez Francis Castañeda, del Instituto Allegro: De que Dios nos ha dado talentos y debemos de utilizarlos. Ignoré a Dios, y preferí escuchar a un hermano que me decía algo, y lo descontextualicé (Sin advertirlo, pero lo hice) y me fui por mi lado. Sentía en mi corazón como mi conciencia, mi espíritu, se revolcaba por el hecho de mi desobediencia, pero no la quise escuchar. Así que deje atrás a Rocío, José Antonio, Marilia, Marita y demás personas que considere mis amigos, pero que los veía distantes. Me sentía que sobraba, que no encajaba, y para mí, eso era como morir. Además, había desaprobado cuatro cursos de 6, y los que aprobé los aprobé con una nota netamente mediocre. Pero dentro mío aun estaba la incógnita sobre porque Dios permitió que llegara a administración. Cuando postule, decidí que daría un vuelco al área laboral al aplicar mis conocimientos sobre el capital del estimulo y del uso consciente del capital humano. Al entrar me percate de que hay toda una doctrina sobre los recursos humanos. Sentía que estaba sobrando, me sentía en un barco, Sin timón ni hélice. Como el Abraham Lincoln de 20 000 leguas de viaje submarino. Estaba agobiado por todo esto y decidí por el camino fácil: mi suicidio académico, matar mi carrera. Solo necesitaba un impulso, un pretexto, una excusa, algo que me moviera a hacerle caso a mi subconsciente: Y eso llegó. Con los campamentos. Habíamos estado de huelga cerca de cuatro meses en total. Yo quería que dieran de baja al semestre, y con este al año, y volver a comenzar, sin cometer los errores del pasado. Estaba alistando todo para mi huida hacia Vitor, planificando últimos detalles, juntando a la gente, preparando las cosas, cuando, faltando un par de semanas, se anuncia el levantamiento del paro. Reiniciábamos labores el mismo día del primer campamento. Yo no me la podía creer. Pero debía afrontar. Tenía un deber para con mi familia, y debía seguir en el barco hasta el último momento, hasta ver que es imposible estar ahí encima para lograr revertir la mala situación. Me moría, definitivamente, pero debía seguir. Estaba en una encrucijada digna del burro de filosofía con el agua y la paja: Sin saber que escoger. Por un lado estaba mi ego y mi terquedad que se negaba a dejar el barco: Decía que todo era posible para mi si es que yo me lo proponía, que era alguien muy capaz y por lo tanto esto solo era un obstáculo en mi camino, que la matemática podía ser aprendida y dominada, y que en ese momento yo seria un excelente alumno, y un excelente profesional al salir de ahí, pero por otro lado estaba mi raciocinio, que me decía que era humano y que tenia mis limitaciones. Así que me puse a pensar en mis dones, con la conversación, la lectura, la escritura, la redacción, la fotografía, el video, el sonido, y me decidí a dejar esa carrera por otra mas afín a mis capacidades: Ciencias de la Comunicación. Asi que decidí aventuramre en este campo desconocido.