Y ya era hora de tocar este tema. Si hay algo que yo realmente valoro, eso es un amigo. Obviamente no hablo de alguien que uno conoce y que ve todos los días, sino de alguien que se interesa realmente por uno, por como está, como le va, como van sus proyectos, sus relaciones, estudios, trabajo, etc. Eso es un amigo. El acordarse de fechas, como dice mi querida Lourdes, es secundario. El saber de memoria tu correo electrónico o tu numero de casa o de celular, también. De hecho, estoy casi seguro que muchos de los que realmente son mis amigos, no saben cosas como mi teléfono de casa, como se llama mi mamá, o cuántos años tiene mi hermana, cuantos hermanos tengo, cual es mi comida favorita, que pienso sobre política, como estoy de salud, donde vive mi papá, etc, etc, y etc. Definitivamente son cosas mas o menos importantes, pero eso no hace una amistad. Adoro la simpleza por encima del estilo, me encanta la funcionalidad por sobre el ornato, prefiero una camioneta Toyota del ’85 a un Mercedes coupé de este año. Si no sabes cuando es mi cumpleaños, no me importa. Si no te acuerdas mi dirección (apostaría que ni el mismo Gabo Sanz la sabe) no me importa, porque no sé la dirección exacta de la casa de mi abuela, ni el celular de muchos de mis amigos, ayer sufrí para poner el correo de Marita (mis compañeros de la u saben que nivel de amistad tengo con ella) No sé cuando es el cumpleaños de mi papá, y recientemente estoy cruzándome con las fechas (como necesito anotar!) Realmente el recodar datos no es lo mío. Pero eso es superficial. ¿Importa realmente? Esa es la pregunta. Mi respuesta, a pesar de todos estos argumentos, es un SI rotundo. A quien no le gusta cuando se acuerdan de su cumpleaños, se saben su número de memoria, su dirección, datos sobre él, es un símbolo de que le importas. Ahora, ¿como reaccionaríamos si alguien nos saluda por nuestro cumpleaños sin que este haya llegado? Una simple confusión, nada más, ¿porque me maleteas? Es curioso, pero es la segunda vez en este mes que me confundo de fecha. Y es irónico, pero incluso pensaba en comprar una tarjeta y regalarla. Que bueno que no me alcanzo el tiempo. ¿Tendría motivos para enojarme con esa persona si me trató así? Pero bueno, como dicen por ahí: “Eso ya fue” Y bueno, ni yo ni ella tenemos la culpa de que ella haya sido criada de esa manera. No me voy a enojar por tamaña estupidez.
Hablando de los amigos, me siento afortunado porque no me faltan, pero seguro que si pusiera nombres, algunos de ellos se chuparían. Como dice Marcos Vidal en su canción “Mi Regalo” : “Son amigos, y no tengo que dar nombres ni apellidos, ellos lo saben y se dan por aludidos” a ellos van estas líneas. Gracias por ayudarme a perfeccionarme, a lograr que me conozca mas, a resaltar mis virtudes, gracias por mostrarme mis errores, por interesarse en lo que les digo, por escucharme, por decir las cosas como son, por ser recalcitrantes, por ser humanos imperfectos, por mostrarse tal y como son realmente, por sacarme de mis casillas, por permitirme hacerlo con ustedes, por dejar q me recueste en sus hombros, por darme su confianza y permitir mis abrazos, gracias por esos detalles que a uno lo hacen sentir especial, gracias por sacarme a comer, gracias por invitarme a salir o a los conciertos, gracias por sacarme a un tono, gracias por roncar, y no dejarme dormir, gracias por escuchar mis gritos y mis arranques de cólera. Gracias por escuchar la música que a mi me gusta aunque ustedes la detesten, gracias por hacer lo mismo y desquitarse, porque sino me sentiría mal, gracias por recibir las toscas muestras de afecto, gracias por devolverlas, gracias por salir a pasear en bicicleta conmigo, gracias por las interminables horas en el vicio, gracias a los quemados con quienes voy al taco, gracias a los que siempre me reciben bien en su casa, aunque no le caiga a los papás o a la hermana, gracias por el humor negro, por tener correa con los chistes sobre el tamaño (sobre todo mis amigas las chatas) Gracias por apoyar mis proyectos, por oír mis ideas, por jugar el juego que yo elegí, por compartir mi entusiasmo, por ser empáticos, por luchar por los mismos ideales, por apoyarme en los momentos en los que estoy por rendirme, en fin, gracias por ser esos seres que me hacen comprender el calibre del amor con el que Dios me ama. Quizá no sean muchos, pero definitivamente es algo maravilloso contar con ellos, y compartir cosas con ellos. Gracias por compartir mis heridas y miserias con ellos, y que ellos hagan lo mismo conmigo. Gracias por ser honestos, gracias por los momentos de risa, como por los momentos de tristeza. Gracias. Los quiero mucho chicos y chicas.
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